sábado, 20 de diciembre de 2014

Despedida

A pocas horas de abandonar la que ha sido mi casa durante el último año, es inevitable tener sentimientos encontrados. Por un lado, las ganas y la alegría de volver a casa para los esperados reencuentros. Por otro, la nostalgia que las últimas semanas se ha hecho presente en cada vivencia con la sensación de que lo que ha sido rutinario durante este tiempo era la última vez que lo vivía.

Sé que he desatendido el blog  más de lo que hubiera deseado, pero la pereza me ha podido en este aspecto. Sobre todo porque en general he estado tan pendiente en disfrutar lo que tenía en cada momento, que me ha faltado tiempo de recapacitar sobre la experiencia y, menos aún, de ponerme a escribir unas líneas.

2014 ha sido para mi un año irrepetible. Una experiencia que hasta hace poco, pensé que difícilmente pudiera ser posible, pero que el trabajo y la fortuna me han permitido disfrutar de un país como este. Ha habido de todo y, a excepción de las ausencias cotidianas, lo acontecido ha sido fantástico en todos los ámbitos.

Yo no elegí este destino, pero con el pasar de los meses he descubierto que fue el destino quien me eligió a mi, o al menos me fue eligiendo progresivamente por todo lo que me ha ido dando. República Dominicana es un país que engaña. Desde España normalmente no vemos más allá de los famosos resort de Punta Cana, pero para mí, eso se quedó corto desde el principio.

En este año he navegado, acampado en playas paradisíacas, he conducido sin percances en la jungla urbana que es Santo Domingo, he comido las frutas más ricas de la que jamás había probado, he aprendido a distinguir entre el merengue, la bachata y la salsa, además de llegar a apreciarlos como géneros musicales, he comido mofongo, sancocho y aguacates que parecen mantequilla, he viajado a destinos tan cercanos pero tan diferentes e impactantes como Cuba, Puerto Rico o Miami, he hecho parapente, barranquismo y rafting, he tenido muchas visitas que me han ayudado a aplazar la el acecho de morriña, y así hasta un sinfín de vivencias que son imposibles de numerar.

Pero sobre todo, y creo que es el recuerdo que perdurará, he hecho amigos. Nuevos amigos que en el transcurrir de unos pocos meses se han convertido en viejos amigos. Amigos con los que he reído hasta hartarme y que me han acompañado en la aventura de trabajar y vivir en un país lejano hasta convertirlos en mi familia dominicana.

Por todo ello, vuelvo contento con la experiencia, vuelvo sintiéndome afortunado por esta oportunidad que creo que he sabido exprimir al máximo y vuelvo dejando atrás un año inolvidable que, en algunos aspectos, me ha hecho cambiar.

Por todo ello, solo puedo decir, República Dominicana: ¡Gracias por hacerme tan feliz!


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